Desde la producción de energía hasta la construcción de edificios pasando por la logística de otras muchas industrias, la madera es una de las materias primas más importantes para el funcionamiento de nuestra sociedad y una de las que tiene mayores perspectivas de crecimiento.
2021: el año del resurgir de la madera.
La pandemia, el coronavirus y su consecuente freno económico hicieron que en 2020 la demanda de materias primas se desplomara y con ella todos sus precios. Sin embargo, a medida que avanza la vacunación y nos acercamos a la nueva normalidad, los mercados se están reactivando y el de la madera ha despegado. Hace un mes el mercado de futuros de la madera cerraba con un máximo histórico sin precedentes. En comparación con el mismo mes del año pasado (216,21 euros) aumentaba en casi un 400% hasta llegar a los 1077,49 euros los 304,8 metros de tabla.
Sin embargo, aunque pueda parecer el efecto rebote del parón del año pasado, se prevé que hasta el 2030 la demanda de madera aumente un 30%. Una tendencia al alza que muchos países conocen y sobre la que están trabajando para favorecer su avance. Uno de los ejemplos más cercanos lo encontramos en la Unión Europea, donde su Comisión está revisando la Estrategia Forestal para adecuarla al nuevo contexto económico y a las necesidades que demanda el cambio climático.
Por cada tonelada de madera que sustituye al cemento evitamos emitir dos toneladas de CO2
La construcción en hormigón genera el 40% de la emisión de CO2 a la atmósfera, posicionándose así como una de las actividades económicas con mayor impacto ambiental. El cambio climático sigue siendo la gran amenaza a la supervivencia y por ello las empresas de este sector están adaptando sus métodos de trabajo. Muchas empresas están reemplazando el hormigón por madera laminada cruzada (TLC), un material nuevo, seguro y sostenible que tiene unas perspectivas de crecimiento del 15% anual. Un cambio que hace que por cada tonelada de madera evitemos emitir dos toneladas de CO2 causadas por el cemento.
Sin embargo, la madera no sólo tiene este uso en la construcción. Según expertos, todo lo que ahora requiere petróleo puede hacerse o se podrá hacer con madera en el futuro. La madera es una materia prima que destaca por sus propiedades ambientales, al ser renovable, biodegradable y neutra en emisiones de gases de efecto invernadero. Así, otras de sus aplicaciones que siguen esta línea de sostenibilidad y crecimiento son la producción de energía mediante biocombustibles y la fabricación de palés para el transporte y logística de industrias como la alimenticia o la farmacéutica.
¿Cuáles son los retos a los que se enfrentan los países y las empresas madereras?
La madera ha vuelto para dar solución a los grandes problemas derivados de la industrialización y es el momento de actuar para seguir desarrollando modelos de trabajo sostenibles que remitan los daños del pasado. Para continuar con este avance económico, social y medioambiental y responder a las perspectivas de crecimiento se necesitan superar ciertos retos.
La pandemia.
El apresurado aumento de la demanda en 2021 no se está viendo correspondido con un aumento equivalente de la producción. Además, los retrasos en el transporte han aumentado los costes. De modo que los precios de la madera se están disparando.
El cambio climático.
Las condiciones meteorológicas extremas amenazan la salud forestal de nuestro país con incendios, plagas y enfermedades. Por ello, es fundamental la gestión de los bosques para la reducción de su riesgo.
La España vaciada.
La industria maderera trabaja en el entorno rural, un entorno muy castigado por la falta de empleo, el envejecimiento y el éxodo de su población. Las empresas del sector impulsan la conservación de los pueblos y el aprovechamiento de sus propios recursos para su supervivencia, sin embargo necesitan más facilidades y apoyo por parte de la administración.
